02 junio 2013

¿El ultimo botellón?



Fue una noche tranquila si se la compara con las aglomeraciones vividas durante los meses de verano. Cimadevilla volvió ayer a sufrir el botellón, un fenómeno que los vecinos vienen denunciando desde hace años, aunque de forma muy reducida. Bastaba asomarse a la plaza de Arturo Arias para comprobarlo. Allí, varios grupos de jóvenes se servían en vasos de plástico licores de lo más variopinto. No faltaron tampoco la cerveza, en litronas, latas y botellines, ni el calimocho.
Pocos sabían que justo a medianoche, lo que habían considerado como algo normal durante estos últimos años, pasaría a convertirse en una práctica ilegal. «Entonces, ¿van a venir a por nosotros ya?», se preguntó un joven, que no dudó, vaso en mano, en criticar el texto. «Está hecho para beneficiar a los hosteleros. Resulta que en la terraza uno puede gritar y beber lo que quiera; nosotros, no», lamentó.
Eso sí, en su reflexión también aceptó «las consecuencias» higiénicas de beber alcohol en la vía pública. «No hay baños y la gente termina haciendo sus cosas en los contenedores, en los portales, contra las paredes. Yo tampoco lo querría debajo de mi casa, imagino que los olores serán insoportables», indicó.
De todas formas, el último botellón consentido, vivido en la madrugada del viernes al sábado, destacó, sobre todo, por su tranquilidad. Una calma en la que también pudieron influir la celebración de las fiestas de Cabueñes y la cercanía de los exámenes de Selectividad y de la convocatoria extraordinaria de junio, en la universidad.
Eso sí, entre los jóvenes que sí salieron y apostaron por hacer botellón, la entrada en vigor de la ordenanza de convivencia cívica y las consecuentes sanciones no asustaron demasiado.

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