“Me lo he pasado muy bien. El público es muy entusiasta”, así agradecía esta mañana Bruce springteen la
fidelidad a una de sus seguidoras, Carlota Suárez, que pudo colarse en
el hotel de Quintueles en el que se hospedaba. Poco después de las dos
de la tarde el 'Jefe' salía del establecimiento y se paraba unos minutos
a firmar autógrafos a sus fans. Los guardaespaldas le esperaban en la
puerta desde media mañana, pero también una treintena de fans, ávidos
por tener cerca a su ídolo. Tres de ellos hicieron noche en sus coches,
delante del establecimiento, a sabiendas de que hasta la mañana sería
imposible verle, pero su constancia mereció la pena. Uno de ellos, el
fotógrafo santanderino Ramón Alonso pudo incluso acceder al hotel para
regalarle al 'Boss' su libro, una publicación que recoge fotografías de
los 27 conciertos a los que ha asistido, entradas o sus repertorios.
Springsteen regresó ayer a Asturias, en su tercera cita con
Gijón, para hacer vibrar a un estadio repleto. Había magia, como dice
‘Thunder Road’, la canción con la que cerró el concierto en acústico,
solo en el escenario, y que dedicó a Cáritas. Confesó que su mujer le
había contado maravillas de la ciudad, donde estuvo este verano
acompañando a su hija en el Hípico, y que le dijo que viniera a Gijón.
También agradeció la carta que le dedicó “Carmen”, por la misiva que le
envió la alcaldesa, Carmen Moriyón, invitándole a venir a Gijón.
Por delante hubo 213 minutos de rock, en un estadio que,
aún de día, rugió cuando intuyó que Bruce Springsteen iba a asomarse al
escenario en un concierto único en todos los sentidos: un aforo
relativamente pequeño, una sola fecha en España y, lo que suele ser más
indicativo de un repertorio para el recuerdo, un Springsteen relajado,
descansado, con días más que suficientes por delante y por detrás del
concierto para exprimir su estado de forma.
Pasaban dos minutos de las nueve y media cuando el ‘Boss’ irrumpió sobre el escenario.Antes, el público ya había ovacionado a su madre, acomodada con sus 90
años en la parte baja de la ‘Tribunona’, cerca del banquillo del
Sporting. «¡Buenas noches, Gijón!» fue su saludo y ya, sin más, sin
concesiones: ‘My Love Will Not Let you Down’, una habitual de sus
últimos conciertos pese a que no ha llegado a incluirla nunca en un
disco. ‘Out in the Street’, de ‘The River’, fue el segundo plato de una
noche que siguió, potente, con la popular ‘Better Days’, la primera de
muchas, muchísimas, a petición del público. ‘Ain’t Good Enough For You’,
de ‘The Promise’, dio paso al también primer préstamo: ‘Travellin’
Band’, de la Creedence Clearwater Revival.
Solventó tras ella el trámite imprescindible de ‘Wrecking
Ball’, la canción que da título al disco y la gira. Carne de directo,
sirvió asimismo para descubrir a ese Bruce que, según había adelantado,
ya está trabajando en algo nuevo, y que se ha propuesto sacarle todo el
partido a su sección de vientos. Sonaron un puñado de canciones más y el
‘Boss’ siguió, in crescendo, con los guiños al público. Otro «¡Buenas
noches Gijón», esta vez acompañado de un «¡ya estáis aquí otra vez!»,
todo en español, desató pasiones, tantas como su interpelación directa,
ya en su idioma: «Tenemos una misión que cumplir esta noche, que no
podemos conseguir por nosotros mismos. ¡Os necesitamos!». Y hasta una
alusión directa a la crisis, leída de una nota a pie de escenario:
«Corren malos tiempos en América, en España y en Gijón. Esta canción se
la dedicamos a la esperanza en tiempos mejores. Y a los pobres. Y a
Proyecto Hombre». Así arrancó ‘Jake of all Trades’. Y poco después
llegaba la mismísima ‘The River’; para entonces no quedaba una garganta
en El Molinón que no estuviese cantando con su ‘Jefe’.
El de ayer fue un concierto por y para el público, siempre
lo son los de Springsteen, pero en ocasiones se entrega incluso más.
Anoche sucedió. Lo demostró subiendo al escenario carteles y más
carteles con peticiones del público. Y lo demostró con ‘Spirit in the
Night’, una de las canciones estrella’; con ‘She’s the One’, y hasta con
‘Rosalita (Come Out Tonight)’, uno de esos temas de sus comienzos que
toca muy poco en directo, entre otras cosas porque la historia de
‘Rosie’ y su noche se extiende más que muchas otras. Rocanrolero hasta
la extenuación.
‘Waitin’ on a Sunny Day’ fue otro de los momentos
estelares, y eso que prácticamente no la cantó, porque dejó que lo
hiciera el público y un niño sacado de entre el público provisto con
unos cascos naranjas. El mismo de entre el que sacó a otro pequeño para
que le mojara con una esponja y a dos chicas, a una para bailar y a otra
para ofrecerle una guitarra, emulando a Courteney Cox en el vídeo
Dancing in the Dark. Y mientras, la emocionante ‘Drive all Night’ –otra
vez de ‘The River’, una de sus grandes baladas– o ‘Badlands’ –la canción
que le inspiró la película de Terrence Malick allá por el ‘Darkness on
the Edge of Town’ de 1978– precedían al ‘Light of Day’ con el que cerró
el cuerpo principal de un directo de 22 canciones encadenadas.
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